sábado, 6 de julio de 2013

Al amor que nunca tuve le escribo este poema.

No me hablen 
de perfección,
belleza,
ternura ó
hermosura,
si sus ojos
no han visto.

Esos ojos que
son más bellos
que el único
atardecer que 
al año hay en
la Antártida.

En sus ojos
quiero perderme 
y jamás regresar,
curarme de tanto
dolor,
son la mejor
medicina para
cualquier mal.

A comparar
sus ojos
con la luna
no me atrevo,
pues la luna
se queda
muy pequeña
ante ellos.

Son tan bellos
sus ojos.
Son el poema
más dulce 
que he leído.
Pero crueles
cuando en otros
versos buscan
amor y no 
son los míos.

Cambiaría el
paraíso de
Dios por el
paraíso de
sus ojos,
pues cualquiera
en su sano
juicio lo haría

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